La batalla por la PUCP: La importancia de saber ceder
La batalla por la PUCP se asemeja a un ring de box.
En la esquina Derecha: el Vaticano, la Comisión Episcopal del Perú, los grupos conservadores (no al aborto, no al matrimonio gay, etc.) y varias personas que ven en la PUCP la reivindicación a dos derrotas electorales –la Presidencia de la República y la Municipalidad de Lima-; no faltan tampoco los q consideran que esta universidad es el origen caviar del Perú.
En la esquina izquierda: las autoridades de la PUCP -con un pasado nada “católico”, que va desde el apoyo al velasquismo hasta el PUM-, la Asamblea Nacional de Rectores, la Alcaldesa de Lima Susana Villarán y buena parte de la intelectualidad progre del país. Además de un buen número de personas que ven en la Iglesia el coto a la libertad de cátedra.
Cada extremo es representado por su campeón. En el extremo izquierdo está el Rector de la PUCP y Doctor en Derecho Marcial Rubio Correa. En la banda opuesta, el Arzobispo de Lima y Sumo Canciller de la Santa Sede, Juan Luis Cipriani. Se programa una pelea a 9 asaltos, pero ambos saben que ésta es una batalla que se gana por Knock-out.
La confrontación es inminente. Y no es para menos. Los previos han sido más que intensos: demandas ante el fuero civil, una sentencia del Tribunal Constitucional desfavorable a la PUCP, el Ex Corde Ecclesiae y el Vaticano, interpretaciones varias al testamento de Riva Agüero, morbo mediático y lamentables etcéteras.
Suena la Campana. Los púgiles se miden, se acercan, observan cuidadosamente los hombros del rival para inferir de donde vendrá el golpe, dicen frases duras para irritarse, miran a su público que enloquece y alienta la pulverización del contrario. Gritan: ¡que no quede caviar con vida! ¡Fuera la iglesia represiva!...... pero ALTO….. ¿¿¿Alguna de las partes está pensando en la imagen que la PUCP está dando???
Mi PUCP –pues como ex alumno la siento mía- otrora admirada por la producción en masa de intelectuales de primer nivel es hoy motivo de desconcierto y burla por el público en general. El lío entre la Iglesia y la universidad es visto como un problema tan largo como enredado. Nadie sabe quién comenzó, menos quién tiene la razón. Solo se aprecia el ego colosal de sus púgiles y la codicia por el poder.
Ese ego y la angurria están polarizando mi universidad y enfrentando a profesores contra profesores, alumnos contra alumnos y a las autoridades de alto nivel con el personal administrativo, creando resentimiento y desconfianza. Es momento de parar esta disputa antes de que todos salgamos dañados.
Mi propuesta de solución es dejar de ver este problema como un ring de box y mirarlo como una mesa de diálogo. Se basa en tres puntos resumidos. Lo primero es cambiar de interlocutores, los insultos mutuos y su afán de protagonismo han minado su credibilidad. Estoy convencido de que la Iglesia y las autoridades de la PUCP tienen buenos cuadros, abiertos y tolerantes a buscar un punto medio.
Lo segundo es ceder, comprender que hay que buscar puntos de consenso. La universidad no puede seguir siendo administrada por una burbuja caviar, tiene que compartir el poder con los sectores conservadores de la Iglesia. ¿Por qué debe ceder? porque es una iglesia creada e inspirada en valores morales católicos. Esa fue la intención de Riva Agüero, un ultra conservador y clerical a ultranza. Esta es la razón porque somos Pontificia. Pero esto no es óbice para seguir una doctrina que limite la libertad de conciencia y cátedra. Los órganos de gobierno de la universidad, como la Asamblea Universitaria tienen que estar vigilantes ante cualquier imposición de este tipo.
Tercero, se debe buscar una figura de centro para que sea el nuevo Rector. Yo propongo a elegir entre una terna de figuras moderadas, ex alumnos de la PUCP, como Alfredo Bullard, Lourdes Flores o Beatriz Merino. Personas de comprobada capacidad profesional e intelectual. El resto es tratar de conciliar intereses.
De esta forma, o de cualquier otra, espero que llegue la paz a la PUCP. Caso contrario, no deslegitimaremos tanto como comunidad universitario que ya no habrá vencedores, solo vencidos.